Por qué le llaman amor si sólo quieren decir NICOTINA

El nombre que se me ocurrió para este artículo dice mucho más de lo que aparentemente percibes. Es un juego de palabras que encierra un mensaje profundo al nivel del " enganche " al que nos somete nuestra falsa amiga NICOTINA.

He sido fumador por 30 años y conozco a la perfección las artimañas y los engaños que nuestro cerebro nos realiza a diario con el único fin de satisfacer su demanda de unos buenos niveles de nicotina. Los cigarrillos y sus encantos.

Estamos hablando de una adicción, una drogadicción, esa es su definición, nos guste o no. Un fumador tiene un enganche a su droga, la nicotina, y cuando está no es aportada aparecen los síntomas de abstinencia, cumpliendo fielmente los principios de cualquier otra adicción.

La escena idílica de esa imagen del fumador guapo, atractivo, varonil, con su sombrero texano y su rostro marcado por grandes arrugas que perfilan una mirada con carácter, era una referencia para nosotros hace 25 o 30 años, pero ahora eso ha cambiado, y la población en general reconoce los perjuicios para la salud de esta droga y hace tiempo que perdió su interés.

En U.S.A. y en la Unión Europea el porcentaje de población fumadora está descendiendo cada década y se concentra los que aún fuman en los individuos de más edad.
En países en vías de desarrollo es donde está aumentando la cifra de fumadores.

En España las políticas de restricción de espacios donde antes se permitía su uso, sumado a los altos precios que se incrementan cada año, hace reducir la cifras de fumadores y son las personas más jóvenes la que menos tasas tienen de fumadores. Y es fundamental conseguir que cada vez sean menos aquellos que por primera vez encienden un cigarrillo.

Debido a los altos precios, hace dos años necesitaba 2 cajetillas diarias, que si bien no llegaba a fumar en un sólo día me aseguraban el suministro, en total un coste de unos 9 euros diarios. Si quieres sorprenderte multiplica por 365 y verás que costaba mi consumo anual:

3.285 euros.


Así que tomé la decisión de pasar al tabaco de entubar, adquirí mi maquina, mi caja de tubos vacío y a probar distintos formatos de embalaje de tabaco: sobre y botes de distintas capacidades.
Si bien tenían la desventajas de tener que realizar mis propios cigarrillos, actividad que cansa y es molesta, era compensado con un coste bastante inferior a las cajetillas clásicas.

Además disminuí el consumo hasta sólo un sobre diario de 15 gramos, con los que producía unos 30 cigarrillos artesanos, más ligeros en cantidad y en volumen que los cigarrillos habituales, según mis cálculos esos 30 cigarrillos equivalen a unos 18 de los de toda la vida. Y su precio: unos 2,85 euros.

La nicotina seguía feliz ya que sus niveles estaban garantizados y mi consciente también andaba más relajado por el ahorro de dinero y la falsa apariencia de mi nuevo control sobre el consumo, haciendo gala de una nueva relación con mi amiga NICOTINA.

Seguirá.
Jesús Moreno.

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